Conceptualizamos el “Amar”, “Evangelizar” y “Saber” como un enfoque pedagógico que sustenta y desarrolla no solo una estructura mental, académica, sino también, una estructura interior, afectiva y espiritual. Esta propuesta pedagógica integra y potencia todas las dimensiones de la persona, vale decir, la dimensión afectiva, intelectual, artística, deportiva y espiritual. Nuestro enfoque pedagógico se orienta a la formación de la persona como ser pensante, social, trascendente y comprometido con su fe al estilo de San Vicente de Paúl.
El “Amar”, está orientado a formar al ser humano por dentro, quiere decir, a integrar su afectividad, sus sentimientos, su capacidad de renuncia y morir a sí mismo para dar vida. Se trata del amor evangélico, cuya madurez se da en una dinámica de amarse a sí mismo, amar al prójimo, especialmente al más pobre, amar a Dios, su creador, y una relación armoniosa con la naturaleza.
Este “Amar”, lo entendemos al mismo tiempo como metodología y como fin. Si la educación tiene como finalidad formar mejores personas, a ese fin nos acercamos desde una pedagogía centrada en Jesús, la pedagogía del amor. Él es nuestro modelo. Por eso, nuestro acto educativo debe estar impregnado de afectividad, de respeto y aprecio al educando, como persona y como hijo de Dios. Este proceder pedagógico orienta y abre el corazón de la persona para darse, para donarse. El “Amar” describe una manera especial de cómo relacionarnos unos a otros, una manera especial de acercarnos a la vida, a Dios, a la naturaleza; nos acerca a una actitud de donación y entrega: “Si quieres educar a un niño, empieza por amarlo”. Pero también es finalidad porque la vocación del hombre es amar. En este sentido, formar para amar es un arte, pero también es tarea. Este “cómo y este para qué” que configuran el “Amar” debe desembocar en un compromiso, en una actitud de generosidad del educando, del maestro con su prójimo, especialmente con los más pobres.
El “Evangelizar” es el segundo elemento de nuestro enfoque pedagógico vicentino. El “Evangelizar” es también metodología y finalidad, es “el cómo” y es “el para qué” de la educación vicentina. Un estudiante que hace suyo el proyecto de Jesús, no puede quedarse pasivo, debe proclamar el tesoro que ha encontrado. Un estudiante y un maestro que entra en contacto con la evangelización propicia la formación de una persona nueva. La misión evangelizadora que descubre y asume por la fe lo hace crecer como persona y como discípulo, y por ende, ayuda a crecer a los otros. Esta conciencia de ser llamados a evangelizar configura una nueva relación con los otros, con Dios, con la vida, con la naturaleza, con los pobres, y desemboca en una vivencia profunda de comunión con la iglesia, la vida sacramental y por ende, con Jesús.
El “Evangelizar” es el compromiso, es la misión, pero sobre todo, es la expresión consciente del amor maduro que se manifiesta en la coherencia de vida, el seguimiento de Jesús y el compromiso de anunciarlo con la vida y el compromiso expreso con el Reino de Dios, la Iglesia y su misión.
El “Saber” viene a ser “el qué” de la educación, pero no solo como contenido, sino como capacidad para ser persona, para saber convivir, saber aprender, saber hacer y saber emprender:
• Saber ser: realización personal, con capacidad de autonomía y responsabilidad.
• Saber convivir: para fomentar una dimensión comunitaria que es inherente a nuestra fe y aprender a convivir con los otros para construir una sociedad solidaria con los más pobres y excluidos en todos los contextos.
• Saber aprender: Sabemos que el aprendizaje no solo se restringe al aula, sino que más allá de ella, y que éste se da a lo largo de la vida y en la vida misma.
• Saber hacer: para poder influir en la sociedad desde el evangelio y encarar situaciones nuevas creativamente.
• Saber emprender: para enfrentar los retos de la vida y aportar soluciones en búsqueda del bien común.
• Aprender a pensar: no sólo en el sentido de comprender conocimientos, sino en el sentido de pensar para innovar y recrear una sociedad más humana y más justa.
La articulación dinámica del Amar, Evangelizar y Saber configura nuestro enfoque pedagógico vicentino. En él se sintetiza lo esencial de la educación vicentina: “Evangelizamos educando y educamos evangelizando”.